
Marcelino fue un trabajador municipal que dedicaba parte de su jornada al Colegio Ajei. Era el "manitas", quien arreglaba cualquier desperfecto que apareciera. Había una lista en el tablón de anuncios en donde quien tuviera algo para arreglar, lo apuntaba. Cuando Marcelino llegaba en esos días que atendía al colegio, cogía su lista e iba solucionando los problemas.
Era la sonrisa y la amabilidad personificada y más se valoran sus cualidades ahora que sabemos que las lucía a pesar de su enfermedad.
Pasará tiempo hasta que nos hagamos a la idea de que no estará.
Nuestro agradecimiento por su labor y nuestro cariño para la familia de Marcelino.
Descanse en paz.
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